🜃El macho alfa esotérico: cuando el patriarcado se viste de túnica

Cuando el poder se disfraza de contención


 En los márgenes de muchos círculos espirituales contemporáneos —y a menudo también en su centro— habita una figura antigua con rostro nuevo: el gurú masculino que ha aprendido a camuflar su dominio bajo el lenguaje de la sanación, el tantra y la energía femenina. Ya no levanta la voz, no impone reglas a gritos, no predica desde púlpitos. Ahora susurra, contiene, invita. Su poder ya no es autoritario: es magnético. Pero sigue siendo poder sobre.

El nuevo sacerdote de lo sutil

Este nuevo sacerdote de lo sutil tiene barba ritual, ojos penetrantes y discurso de integración. Dice honrar a la mujer, pero la interpreta. Dice reverenciar el útero, pero lo administra. Dice despertar la diosa, pero lo hace con sus manos. El macho alfa esotérico ha encontrado en el lenguaje simbólico una herramienta más sofisticada de control sexual, emocional y energético. Ya no necesita imponer: ahora seduce con discurso ancestral. Y muchas mujeres —hambrientas de guía, heridas por siglos de silencio, anhelantes de un masculino presente— caen rendidas ante su capacidad de nombrar lo que ellas aún no habían podido articular.

Pero ese lenguaje, que a veces parece respeto, es muchas veces otra forma de tutela...

El cuerpo femenino como territorio interpretado

Hay gurús que enseñan a las mujeres cómo moverse, cómo respirar, cómo “abrirse”. Les explican sus ciclos, sus cuerpos, sus fluidos, sus memorias uterinas. Les muestran técnicas de “desbloqueo” o “sanación sexual” donde ellos —casualmente— ocupan el rol de facilitadores, sanadores o amantes sagrados. Y todo está envuelto en mitología: Shiva y Shakti, la danza de las polaridades, la unión sagrada, el lingam yoni, la serpiente y la copa. Palabras verdaderas, convertidas en coartada ritual para la apropiación del cuerpo femenino

La estructura antigua con ropaje nuevo

No es nuevo. Es una versión espiritualizada del patriarca clásico: aquel que no tolera una mujer indócil, que necesita tener la última palabra sobre lo que ella debe hacer para sanar, que dice que la guía está dentro de ella pero nunca deja de hablar.

Este tipo de gurú se reproduce en el tantra blanco, en la bioenergética, en las terapias de energía sexual, en las mentorías de “reconexión femenina”. Lo ves en festivales, en Instagram, en talleres de “masculino consciente”. Suele ser amable, sensible, bien leído. Y, sin embargo, su presencia sigue girando en torno a su capacidad de influir, poseer, dirigir. Incluso si es desde la supuesta entrega.

Ilustración en tonos sepia de un supuesto gurú espiritual masculino con túnica, collar de cuentas y sonrisa enigmática, sosteniendo un vórtice negro con el símbolo del dólar en el centro. Crítica visual al esoterismo mercantilizado y al falso maestro que usa la espiritualidad como herramienta de poder económico y simbólico.

El cuerpo que nunca fue suyo

El problema no es que existan hombres sabios. El problema es que a muchos de ellos se les ha permitido ejercer un sacerdocio sin rendición de cuentas, sin haber pasado por la experiencia encarnada del cuerpo cíclico, sangrante, vulnerable y sexualizado como territorio de otros. Enseñan desde la teoría, desde lo simbólico, desde la experiencia sexual masculina. Pero nunca han vivido en carne propia lo que implica que tu cuerpo sea ritualizado por otros, desde fuera, sin tu consentimiento.

Diagnóstico espiritual: la nueva forma de silenciar

Y cuando una mujer se rebela, cuando no acepta el lenguaje o el gesto, cuando duda o expone el juego, él no grita: diagnostica. “Estás bloqueada”. “Tienes trauma con el masculino”. “No estás lista”. El silencio se disfraza de compasión. La arrogancia se camufla de canalización.

Pero la estructura es la misma de siempre: un hombre nombrando, y una mujer escuchando. Un hombre guiando, y una mujer abriéndose. Un hombre que “te sostiene”, pero cuya sombra nunca es cuestionada, porque se ha hecho intocable a base de incienso, silencios y frases en sánscrito.

El fin de la tutela simbólica

Es tiempo de deshacer esa figura.

No con rabia ciega, sino con visión afilada.

No con rechazo del varón, sino con discernimiento del rol que encarna.

Porque la guía masculina puede ser hermosa. Pero sólo cuando no pretende interpretar el cuerpo de la mujer como si le perteneciera. Sólo cuando renuncia a explicarnos lo que llevamos siglos intentando recordar por nosotras mismas.


Y eso —la voz propia sin permiso masculino— es lo que más temen estos nuevos chamanes.



Nhémesish

“No busco aprobación, solo revolución.”

Alquimista Encarnada · Especialista en Misticismo Experimental · Investigadora de Deidades Marginales · Portadora del Filo · Fundadora de Arcane Domus


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