ESPEJITO MÁGICO: del cuento a la verdad que evitamos mirar
"Espejito mágico: el reflejo que revela tu verdad interior"
En el cuento, el espejito nunca miente. “Tú eres la más bella”, responde siempre, hasta que un día no lo dice. La Reina, herida en su vanidad, siente que el espejo la traiciona, pero en realidad la devuelve a un lugar más temido que cualquier arruga: la verdad. Los cuentos antiguos tenían ese poder: disfrazar con hadas y brujas lo que nadie quería nombrar. Por eso el espejito mágico no era solo un accesorio, sino un oráculo. No preguntaba quién era la más bella, preguntaba: “¿Quién eres tú, ahora que el tiempo ha hecho su trabajo?”
Los espejos siempre fueron portales. Los griegos creían que podían mostrar el alma de los enfermos; en la Edad Media se utilizaban para la catoptromancia, adivinación a través del reflejo; los aztecas creaban espejos negros de obsidiana para ver el futuro y dialogar con los dioses. Mirarse en un espejo, en la magia, nunca fue un acto superficial: era peligroso, porque no devolvía la imagen que uno quería ver, sino la que necesitaba confrontar. Y eso duele. Por eso a veces apartamos la vista tan rápido. Por eso el espejito del cuento se convirtió en símbolo de vanidad, cuando en realidad era un juez silencioso que nadie podía sobornar.
¿Y qué pasa cuando el espejo te enfrenta, no a tu rostro, sino a tu historia? Si tienes más de cincuenta, lo sabes. No se trata de arrugas, sino de lo que cargan: los hijos que se fueron, las parejas que dejaron huecos, los sueños que se quedaron en cajas cerradas. El espejo deja de ser cómplice y se convierte en interrogador. “¿Qué has hecho con tu vida? ¿Quién eres ahora que ya no puedes esconderte en el papel que otros te dieron?” Hay un momento en que el reflejo deja de devolver lo que fuiste y empieza a mostrar lo que queda por ser. Y ese momento es aterrador. Pero también es el inicio de un despertar que nadie nos enseña a sostener.
En Arcane Domus he convertido mis talleres y mis consultas en espejos compartidos: espacios donde puedes mirarte sin máscaras y encontrar a esa mujer que ya no te atreves a nombrar en voz alta. Cada lectura, cada ritual, cada encuentro es una conversación con ese reflejo que te está esperando. Porque todos esos espejos —los del tarot, los del rito, los que construimos juntas— te preguntan lo que el del cuento nunca se atrevió: ¿estás lista para mirarte y reconocerte entera, con todo lo que duele y todo lo que brilla?
Quizá por eso leer estas palabras te incomoda. Porque sabes que el espejo no siempre halaga. A veces hiere. A veces te devuelve la imagen de alguien que sobrevivió al fuego, pero que aún no se ha reclamado como dueña de sí misma. Y en el fondo, sabes que no basta con mirarlo y seguir. Hace falta hablar con él, atravesarlo, preguntarle qué verdad está esperando que aceptes.
El espejito mágico nunca fue un juguete. Fue un umbral. Nadie cruza un umbral indemne. Pero si estás leyendo esto, ya lo has rozado. La pregunta es: ¿te atreverás a atravesarlo entera y ver lo que siempre evitaste mirar?
Muy pronto abriré un taller básico dedicado a trabajar este espejo interior, para que no solo te mires, sino que te reconozcas y te transformes. Si quieres que te avise cuando abramos plazas, pues son limitadas, déjamelo saber. Este es tu momento.
Soror Áurea
Guía espiritual y acompañante en procesos de transformación femenina.
“He caminado por las noches más largas; ahora te acompaño a encender tu propia luz.”
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