New Age y magia: cuando la búsqueda espiritual se diluye en la confusión


En el devenir contemporáneo del esoterismo, la corriente New Age se alzó como un faro que atrajo a millones hacia la exploración espiritual y la apertura a nuevas formas de magia y sanación. Sin embargo, décadas después, conviene analizar con rigor cómo muchas de sus premisas, lejos de enriquecer, han pervertido prácticas ancestrales, sembrando confusión y banalización.


El fenómeno New Age fue en sus orígenes un crisol de sincretismos que buscaba integrar filosofías orientales, psicología humanista y espiritualidad esotérica en un formato accesible. Este noble propósito, sin embargo, se ha transformado en ocasiones en un caldo de cultivo para la superficialidad: técnicas descontextualizadas, invocaciones sin base, y una mercantilización exacerbada de la espiritualidad.



Un claro ejemplo de esta distorsión se observa en la proliferación de prácticas como la Wicca moderna, donde la profundidad ritual y el rigor simbólico a menudo se sacrifican por fórmulas simplistas y carentes de coherencia interna. Curiosamente, no es raro encontrar a practicantes que no respetan aspectos tan elementales como la vestimenta ritual adecuada, una pieza fundamental para crear el ambiente energético propicio y conectar con los arquetipos que se invocan; y ya no digamos la ausencia de la vestimenta cuando así se requiere...

Esta banalización lleva a que lo que debería ser un camino de autoconocimiento y transformación se convierta en una actividad meramente recreativa o comercial, restando respeto a las tradiciones vivas y a quienes han dedicado su vida al estudio profundo.


Es vital, por tanto, rescatar la esencia de la magia auténtica: la disciplina, el respeto, la preparación y la humildad ante los misterios. Sólo así podrá la espiritualidad contemporánea superar las sombras de la New Age y reencontrarse con su poder transformador genuino.


Arcane Domus



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