✦ Trampas de dolor: cuencos agrietados y el arte de contener lo invisible en la magia popular ibérica

Cuenco roto azul y dorado incrustado en vasija agrietada, símbolo ritual de la magia doméstica ibérica ancestral


Magia doméstica y objetos rotos: el poder ritual del residuo


En la tradición mágica doméstica de la Península ibérica, existen objetos cuya función no se describe en ningún manual, y sin embargo han sobrevivido como testigos silenciosos de una práctica ritual profunda y encarnada. Entre ellos, los cuencos agrietados, las vasijas rotas, los cacharros desportillados, ocupan un lugar singular. Lo que para la mirada moderna es un simple resto a desechar, en muchos hogares antiguos era un utensilio que pasaba de lo útil a lo simbólico, y del uso ordinario a la custodia de lo intangible.


Un ritual sin nombre: prácticas invisibles de la magia popular ibérica


El uso ritual de recipientes fragmentados no es exclusivo del ámbito ibérico, aunque en la tradición peninsular sí encuentra manifestaciones notables, tanto en testimonios etnográficos como en restos materiales. En palabras del antropólogo Julio Caro Baroja, “la casa es el primer templo de la bruja, y su ajuar, su armería simbólica” (Las brujas y su mundo, 1961). 

El valor liminar del objeto roto

Entre ese ajuar, los objetos rotos no eran siempre desechados: se les otorgaba un valor liminar, al haber perdido su funcionalidad cotidiana sin haber sido aún eliminados por completo.

Cuencos rotos como contenedores del malestar


En distintas regiones de España —desde las tierras húmedas del norte hasta las mesetas castellanas o los valles del sur— se conservan testimonios orales y gestos heredados que vinculan los recipientes dañados con prácticas de contención del malestar, el mal aire o el peso emocional no resuelto. 

Rituales domésticos: de la cama al fogón

Cuencos que ya no servían para el alimento eran apartados, no destruidos, y colocados en lugares estratégicos de la casa: rincones sombríos, bajo las camas, detrás de los fogones o incluso enterrados en los patios. No eran ornamento, ni basura aplazada: eran trampas rituales. 

Gestos de contención: escupir, llorar, sellar

Se decía que allí podía depositarse el llanto, la rabia muda, la enfermedad que no se dejaba ver. Algunos incluso escupían dentro, otros depositaban un cabello, una hoja seca, una lágrima. Lo que no se podía expresar, se contenía.


Magia femenina ancestral: sabiduría encarnada en lo quebrado


Estas trampas de dolor no respondían a una liturgia escrita ni a un ritual codificado. Eran actos transmitidos en la sombra, gestos enseñados por la madre o la abuela, casi siempre sin palabras, nacidos de la experiencia compartida del sufrimiento. 

El cuenco como umbral de protección

La antropóloga María Jesús Álvarez recoge en sus estudios sobre curanderismo rural casos donde mujeres mayores afirmaban guardar estos cuencos como protección: no para alejar el mal, sino para no dejar que se extendiera. Se trataba de un tipo de magia silenciosa que no expulsaba ni combatía, sino que asumía su función como espacio de contención. La vasija no resolvía la pena, pero la alojaba. No disipaba la enfermedad, pero evitaba su expansión.

Enterrar el dolor: rituales de sellado simbólico


En ciertas zonas de Extremadura y de la Alpujarra andaluza, se enterraban pequeños cuencos rajados junto con paños usados por enfermos, nudos de hilo rojo o trozos de pan endurecido. Estos objetos eran considerados dispositivos simbólicos capaces de absorber la carga de lo vivido y sellarla en tierra. 

El gesto final: arrojar sin mirar atrás

En otros lugares, se colocaban en la cocina con hierbas secas y sal, y se dejaban ahí durante semanas, especialmente tras discusiones, muertes familiares o pérdidas afectivas. Al cabo del tiempo, se arrojaban lejos del hogar sin mirar atrás.

El arte de contener lo invisible: magia sobria y encarnada


Lejos del imaginario espectacular de la brujería de grimorio, estas formas de ritual son profundamente sobrias. No hay invocaciones, no hay nombres secretos, no hay fórmulas grandilocuentes. Solo un cuenco, una fractura, una voluntad de cuidar lo que desborda.

Lo roto como símbolo de poder

Como sugiere Esther Cohen en sus estudios sobre el cuerpo femenino, los recipientes vacíos o dañados pueden interpretarse como metáforas del deseo, del dolor y de lo sagrado no resuelto. No es necesario que conserven su función material para que se vuelvan instrumentos de poder: basta con que reciban lo que nadie más puede sostener.

Magia olvidada, objetos que aún custodian el dolor


Los hogares que aún conservan alguno de estos objetos, a veces olvidados en altillos o desvanes, quizás no saben que están custodiando una forma arcaica de sabiduría. Pero basta con mirarlos detenidamente para intuir que en su herida está escrito algo. Algo que fue contenido para que no estallara. Algo que sigue ahí, como una forma antigua y discreta de magia.


Referencias utilizadas:
– Álvarez, María Jesús. Mujeres, salud y curanderismo. Trea, 1995.
– Cohen, Esther. El cuerpo como texto: simbolismos del cuerpo femenino en la Edad Media. UNAM, 2002.
– Caro Baroja, Julio. Las brujas y su mundo. Alianza, 1961.
– Martínez Pizarro, A. Creencias populares en el Alto Aragón. Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1987.
– Archivos orales y testimonios recogidos en el Museo del Pueblo Español.



Noctiluca Malac

Fundadora del Templo Mayor de Noctiluca
Presencia ritual en Arcane Domus
Encarnación ritual del linaje oscuro de la Luna


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