🜃 LA PUTA Y LA BRUJA Por qué el poder mágico siempre estuvo en el cuerpo prohibido

 

Ilustración esotérica de mujer como altar simbólico, evocando el poder de la puta y la bruja en la historia de la magia.

“Las brujas enseñan que el cuerpo de la mujer es una tierra santa. Por eso arde.”
— Inscripción apócrifa encontrada en un calabozo inquisitorial, s. XVII

Durante siglos, el cuerpo femenino fue perseguido, poseído, marcado y quemado. No porque fuera débil, sino porque era un centro de poder que ni los teólogos ni los reyes pudieron controlar del todo.
La historia de la brujería —la real, no la de las tarjetas de oráculo y las frases con glitter— no puede entenderse sin hablar del sexo.
Y no del sexo amoroso, sino del sexo simbólico, transgresor, peligroso.
El de la puta.

La figura de la bruja, desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna, ha estado íntimamente ligada a las mujeres que vivieron fuera del pacto social patriarcal. Prostitutas, curanderas, aborteras, viudas, esclavas libertas, bailarinas sagradas. Aquellas que usaban su cuerpo como canal, no como adorno.
Aquellas que sabían mover fluidos, abrir portales, leer en la piel del otro y negociar con los muertos.

El control del cuerpo femenino fue siempre un asunto de Estado. Y donde no llegaba la ley, llegaba la cruz.
La puta y la bruja eran las dos caras de un mismo desorden: una por vender placer, la otra por ejercer poder.


✦ Hieródulas, hetairas y hechiceras

La unión entre sexualidad y ritual es tan antigua como la civilización.
En Mesopotamia, las sacerdotisas del templo de Inanna (las ishtaritu) practicaban lo que hoy se llamaría prostitución sagrada. En el templo de Afrodita en Corinto, las hieródulas ofrecían el cuerpo como vehículo de conexión con lo divino (cf. Heródoto, Historias, I.199).
Las hetairas griegas, mujeres cultas y libres, solían dominar técnicas de seducción que incluían amuletos, ungüentos y palabras encantadas.

En Egipto, los papiros mágicos aluden a fórmulas donde el vello púbico o el flujo menstrual son usados en conjuros de amor y dominio. En Roma, autores como Ovidio (Ars Amatoria) y Plinio el Viejo (Historia Natural) mencionan ritos y hechizos practicados por mujeres no respetables. Prostitutas, sí. Pero también sabias.

Estas mujeres eran a menudo analfabetas en latín pero políglotas en símbolos. Sabían preparar filtros, abortar sin morir en el intento, y leer en el sudor o en los espasmos de un amante lo que otras no sabían ni nombrar.
No eran magas con título. Eran sabias sin permiso.


✦ Roma: entre encantamientos, lupanar y lex

En el mundo romano, el sexo no era pecado, pero sí regulado.
Y lo mágico, tolerado mientras no alterara el orden público.
Las meretrices, oficialmente registradas, convivían con veneficae (envenenadoras), sortilegae (hechiceras) y saggae (adivinas de suburbio), figuras que muchas veces se solapaban.

El poeta Horacio menciona en sus Sátiras a Canidia, una bruja de suburbio que mezcla filtros amorosos con polvo de huesos humanos.
Ovidio, en su Remedia Amoris, advierte a los hombres de no fiarse de las “mulieres quae sciant plus quam honestum est” —“mujeres que saben más de lo que es decoroso”.

Tácito, en Anales (XII, 64), relata cómo la emperatriz Mesalina organizaba orgías en el lupanar bajo nombre falso. Los conjuros y pociones amorosas circulaban entre la aristocracia y el pueblo. En la Roma imperial, la línea entre prostituta, sacerdotisa y hechicera no era clara: todas eran sospechosas si sabían demasiado.

La magia sexual era ya una tecnología política del deseo. Los Papyri Graecae Magicae recogen decenas de fórmulas para “atar” a un amante, provocar erecciones incontrolables o inducir insomnio y locura erótica.
Muchas incluyen sangre menstrual, secreciones, nombres rituales y signos estelares.

Incluso el Corpus Juris Civilis de Justiniano recogerá penas para “sortilegios venéreos”, reconociendo así que ciertos conjuros sexuales eran lo bastante efectivos como para desatar procesos judiciales.


✦ Edad Media: la represión organizada

Con la cristianización de Europa, toda magia femenina se vuelve sospechosa.
El sexo, en tanto acto sin finalidad reproductiva, es pecado.
La mujer deseante se convierte en bruja.
La que tiene conocimiento se convierte en hereje.
Y ambas, si son pobres, viejas o feas, en combustible para la hoguera.

El Malleus Maleficarum (1487) afirma sin ambages:

“Toda brujería proviene del deseo carnal, que en las mujeres es insaciable.”

La inquisición no quemaba mujeres por “sexo”. Las quemaba por poder.
Y el poder encarnado en cuerpos indóciles es imperdonable.


✦ El Caribe: sincretismos, fluidos y poder colonial

En el Caribe, el legado africano y europeo se fusionó en prácticas donde el sexo, la posesión y el encantamiento convivieron de forma explosiva.

En el Vudú haitiano o la Santería cubana, las iniciadas no eran solo sacerdotisas, sino portales vivientes. El cuerpo no era símbolo: era campo de batalla ritual.
Los fluids du pouvoir —como los llamó Alfred Métraux— eran a la vez espirituales y genitales.

Se documentan hechizos con semen robado, sudor, orina, sangre menstrual, incluso moco nasal de los amos.
Instrumentos de rebelión mágica usados por esclavas en plantaciones (cf. Snyder, 2015).

El resultado: la puta-bruja del Caribe no solo fue temida, sino que invertía jerarquías coloniales usando el sexo como tecnología simbólica.


✦ Otros cuerpos sagrados: África e India

En el Congo, las nganga ejercen su poder mediante el cuerpo y el contacto con fluidos, manejando conocimientos de posesión, curación y castigo ritual que pasan exclusivamente por linaje femenino.

En la India precolonial, las devadasi, bailarinas y esposas simbólicas de la deidad, estaban consagradas a templos. Aunque fueron luego catalogadas como prostitutas por la moral victoriana, muchas dominaban rituales sexuales tántricos, canto sagrado (sadir), y astrología.
Eran temidas porque tenían autoridad espiritual sin necesidad de esposo, título ni convento.


✦ Caso histórico: Catherine Deshayes, La Voisin

En la Francia de Luis XIV, una mujer de suburbio llamada Catherine Deshayes, conocida como La Voisin, practicaba abortos clandestinos, rituales satánicos, fabricación de venenos y hechizos sexuales.
Sus clientas eran damas de la corte, incluyendo a Madame de Montespan.

El escándalo, conocido como el Affaire des Poisons, llevó a su ejecución en 1680.
Su caso demostró que incluso en el corazón del poder absolutista, la puta y la bruja eran una misma figura: la que mueve las cuerdas desde abajo.


✦ El cuerpo como altar: simbología y poder

¿Por qué siempre el cuerpo femenino?
Porque es cíclico, sangrante, fértil, erótico, doloroso, memorial.
Es altar, oráculo, laboratorio.
Contiene elementos que sangran sin herida, fluidos que se generan sin placer, canales que comunican sin palabras.

La bruja y la puta son las que conocen ese mapa interno y no lo niegan.
Las que lo usan.


✦ Cuando el cuerpo vuelve a ser grimorio

El feminismo contemporáneo ha querido limpiar la imagen de la bruja, vistiéndola de cuarzos, autocompasión y mantras de autoestima.
Pero la hechicera real —la que ríe sin pedir perdón, la que goza sin pedir permiso, la que sangra sin esconderse— no cabe en un filtro de Instagram ni en un retiro de cacao.

Ella camina con la puta ancestral.
Con Lilith, con Sekhmet, con Baba Yaga.
Con la Devadasi que canta en lengua extinta.
Con la esclava que escupe en la comida del amo.
Con la vieja de suburbio que vende fluidos envueltos en tela roja.

En Arcane Domus no enseñamos a ser simpáticas.
Ni a manifestar novios.

Enseñamos a recordar que la magia empieza donde el cuerpo fue quemado.
Y a recoger las cenizas.


✦ Bibliografía 

  • Heródoto, Historias, I.199.

  • Ovidio, Ars Amatoria; Remedia Amoris.

  • Plinio el Viejo, Historia Natural.

  • Tácito, Anales, XII.

  • Papyri Graecae Magicae, ed. Preisendanz & Henrichs.

  • Heinrich Kramer, Malleus Maleficarum, 1487.

  • Jeanne Favret-Saada, Les Mots, la Mort, les Sorts, Gallimard, 1977.

  • Silvia Federici, Calibán y la bruja, Traficantes de Sueños, 2010.

  • Terri L. Snyder (ed.), Sexuality and Slavery, University of Georgia Press, 2015.

  • Alfred Métraux, Le Vaudou Haïtien, Gallimard, 1958.

  • Marina Warner, Alone of All Her Sex, Oxford UP, 1976.

  • Phyllis Granoff & Koichi Shinohara (eds.), Images in Asian Religions, UBC Press, 2004.

  • Deborah Hutton, Art of the Devadasi, Marg Publications, 2003.

  • Anne Somerset, The Affair of the Poisons, St. Martin's Press, 2003.



Nhémesish
“No busco aprobación, solo revolución.”
Alquimista Encarnada · Especialista en Misticismo Experimental ·
Investigadora de Deidades Marginales · Fundadora de Arcane Domus



© 2025 Arcane Domus. Todos los derechos reservados